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Erase una vez el paragolpes...


Allá, en algún rincón de las últimas 2 décadas existió algo que niños de menos de 15 años quizás ya no recuerden, los paragolpes en los autos.

El paradigma del diseño automotriz se ha deglutido a este pequeño, pero muy útil elemento en la carrocería de un vehículo.

Sin duda que la materia seguridad viene siendo un tema a seguir muy de cerca por las automotrices, más con la EURO NCAP y LATIN NCAP respirándoles en la nuca. Comparando con vehículos mucho más antiguos, la seguridad de los pasajeros en el interior ha mejorado a zancadas tratándose de choques a velocidades medias y altas. Sin embargo en el camino se perdió un detalle, los pequeños toques y choques a bajas velocidades característicos de las urbes.

Estos pequeños choques producto de algún individuo que frenó muy brusco ante el cambio de semáforo, o que se adelantó en amarillo y le tocaron la trompa, o simplemente estaciona mucho en la calle y los autos que estacionan adelante y atrás constantemente dejan su tatuaje marcado en cada maniobra no representan un peligro sustancial para la seguridad de los pasajeros, sin embargo es ahí donde comenzamos a extrañar los viejos y robustos paragolpes.

No hace falta ser físico cuántico para saber que vehículo resultará mas dañado si colisiona a velocidad citadina un Ford Falcon contra un Ford Ka, o contra un Fiat Palio o un Corsa. Sin ir tan atrás en el tiempo podemos hacer la misma comparación con un Peugeot 504, igual de robusto.

Característica de estos autos legendarios era que el paragolpes era un elemento separado de la carrocería misma, cuya razón de ser era absorber impactos para no dañar la carrocería o, en su defecto que se dañe lo menos posible. Ante esto, los parachoques se desmontaban con facilidad para su reparación o reemplazo en el caso que ya haya tenido mil batallas.

Con el correr de los años los diseños fueron integrando más el paragolpes a las líneas de carrocería de los autos, pasaron de ser parachoques totalmente metálicos y cromados a ser parachoques plásticos con alma de hierro o acero para seguir manteniendo la robustez. Para mantener su función, y a pesar de estar integrados en la carrocería, la terminación de los paragolpes se mantenían a un par de centímetros por delante y por detrás del “fin” del auto, justamente para que un pequeño choque dañe por ejemplo la defensa trasera sin dañar la puerta del baúl.

El diseño hizo de las suyas de nuevo y de a poco el alma de metal de los paragolpes plásticos se fue integrando a la carrocería misma dando lugar a que se vaya acortando cada vez mas la distancia entre el fin de la chapa y el inicio del plástico. En algunos casos. La distancia es prácticamente nula. De esta manera un impacto pequeño que antes hubiera abollado un poco el paragolpes ahora podía dañar el portón trasero o alcanzar el radiador y romper las ópticas en caso de un impacto delantero, teniendo que reemplazar más que solo un “cacho” de plástico.

No trato de polemizar (…tanto), de hecho si usted es un viejo lobo de las calles y ya tuvo autos legendarios como los que mencioné antes seguramente me dará la razón.

Ni hablar de la baja de calidad en los plásticos de los parachoques en algunos modelos. Algún usuario del Palio en varios de sus rediseños dará cuenta de esto, lo mismo va para los usuarios del Gol desde su nacimiento hasta el último Gol Power.

Tema aparte es la pérdida de las baguetas en los laterales para “impactitos” en las puertas. Otra deglución del diseño.

No digo que volvamos a tener un Falcon, un 504 o un Renault 18 (Aunque tienten), pero sí decir que es posible fabricar autos con paragolpes que realmente resistan golpes, sin perder la vanguardia y el diseño.

Y corto acá antes de seguirme tentando con algún legendario más.

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